
Tremendo inicio que Cercle Odyssey en México ha tenido, con una locación solida y un line up bastante variado, ha dejado con buen sabor de boca a lo que fue la fecha inaugural contenida por el aclamado Ben Böhmer, la noche quedará grabada en la memoria de los afortunados que presenciaron el debut en México de Cercle Odyssey. El productor de progressive house tejó su magia sónica en el corazón del Centro Banamex, donde las pantallas de 360° y el sistema de sonido L-Acoustics crearon un universo paralelo. El momento cumbre llegó con la aparición sorpresa de Monolink, cuyo folk electrónico se fusionó perfectamente con los paisajes sonoros de Böhmer en un diálogo musical improvisado que erizó la piel. Más que un concierto, el evento fue una ceremonia sensorial donde 2,300 m² de proyecciones 8K pintaron narrativas visuales sincronizadas con cada bajada y cada acorde.
La estricta política «No Phones» permitió una conexión única – sin pantallas intermedias, el público se movía libremente alrededor del escenario central como partícipes activos de esta obra de arte viviente. El sonido, distribuido en 72 puntos estratégicos, convertía el espacio en un instrumento más, con frecuencias que se sentían físicamente mientras las imágenes de naturaleza y humanidad fluían sobre paredes y techo. Este primer show de la temporada Odyssey en México superó todas las expectativas, demostrando el poder transformador de esta experiencia que borra fronteras entre artista y espectador. Con Böhmer y Monolink como anfitriones de lujo, Cercle Odyssey no solo llegó a Latinoamérica – se arraigó con una noche que redefinió lo que significa vivir la música. Los asistentes salieron sabiendo que fueron testigos del nacimiento de algo extraordinario, mientras el eco de esos beats progresivos aún resuena en la memoria colectiva. Lo mejor está por venir.


